9 de agosto de 2009
Este verano hemos pasado unos días con unos amigos en la capital de Europa y nos escapamos para ver su Aquarium.
Grand Place de Bruselas
Lo primero que sorprende es su exterior: la mayoría de los aquáriumes que hemos visitado son edificios singulares, perfectamente visibles desde la distancia, sin embargo, el de Bruselas se halla en un bajo comercial, como una tienda más, de manera que no lo ves hasta que estás literalmente enfrente.
El acceso es por la derecha, por esa rampa que semeja la entrada de un garage. Hay que descender, por tanto, un piso, quizá la planta a nivel del suelo esté dedicada a sus oficinas...
Nos recibe muy amablemente un caballero que habla perfectamente inglés y alemán, además del francés por supuesto. Nos indica que la entrada cuesta 8€ por adulto y nos pegunta que en qué idioma queremos las audioguía... ¿audioguías?, jamás había visto tal cosa en un aquarium.
Esa fue la primera sorpresa, cada instalación estaba numerada y la audioguía procedía a describir su contenido así como la razon por la que estaba ahí: había, por ejemplo, tanques de vivíparos para describir a los peces que paren directamente a sus alevines, paludarios (por eso lo de instalación), acuarios de cada continente, tanto de agua salada como de agua dulce y un largo etcétera.
No es una aquarium al uso en el que se hallan grandes instalaciones para sorprender al visitante, de hecho los tanques eran relativamente pequeños y estaban pensados para establecer un recorrido de aprendizaje.
No sólo había peces, vimos anfibios como este tritón Cynops ensicauda popei, y ranas o sapos además de invertebrados.
Es, con diferencia, el aquarium que hemos visitado que mejor ha sabido darle a sus instalaciones un componente de aprendizaje, huyendo de espacios gigantescos, grandes especies y tubos transparentes que recorren el interior de inmensos tanques llenos de especies sin relación alguna entre si.
Muy recomendable si vais a Bruselas y tenéis unas horitas libres.