Aprovechando unas vacaciones tranquilas y familiares por La Rochelle, Francia, qué mejor que dedicar unas horas de domingo a ver su mangnífico Aquarium de La Rochelle.
El día anterior a la visita, fuimos a interesarnos por el precio de las entradas, el horario de apertura y el mejor momento para poder disfrutar del aquarium tranquilamente.
Nos atendió una señora muy amablemente, que nos aplicó un descuento importante por familia numerosa, y nos comentó que las primeras horas de la mañana eran sin duda el mejor momento para disfrutar del aquarium.
Así que al día siguiente, a las 8:50 después de un buen desayuno, fuimos los primeros en la cola.
Antes de abrir a las 9:00, ya éramos tres familias, una de ellas, con un perfecto acento bizkaitarra...
La entrada fue una sorpresa... nos metieron en una habitación obscura, cerraron las puertas que imitaban la estructura de un submarino, y lentamente, mientras veíamos una pantalla en la que simulaba la inmersión, fuimos descendiendo.
Las puertas se abrieron.... y un gran túnel de visión completa, nos estaba esperando para darnos la bienvenida, y allí estuvimos un rato, solos en el aquarium... obscuridad, el sonido del agua y la magia del mar... aunque no por mucho tiempo.... lástima.
El aquarium no nos defraudó, ordenado en diez apartados, fue un feliz discurrir, desde el Atlántico hasta el Pacífico, pasando por el Mediterráneo y el Caribe, nos acompañaron medusas, tortugas ... tuvimos suerte y les vimos comer.
Hacia las 13:00 horas, el gentío era considerable, y ya cansados, decidimos retirarnos, emocionados, quitándonos la palabra acerca de los peces que más nos habían gustado.
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